Septiembre avanza y con él, una energía sutil pero inconfundible transforma el aire. Es el despertar de los sentidos, una promesa que llega con el sol que nos acompaña por más tiempo cada día. La primavera no solo cambia el paisaje que vemos, sino también el tiempo que vivimos. Esos minutos extra de luz se convierten en pausas, en nuevos rituales, en oportunidades para reconectar.
En nuestra bodega, creemos que el vino es un intérprete de la estación. Acompaña esa energía renovada y eleva sus momentos. Pero, ¿qué le pedimos a un vino de primavera?
El carácter de un vino de primavera
Antes de descorchar, es útil entender qué buscamos. Un vino de primavera idealmente debe tener:
-
Acidez vibrante: Una frescura que despierte el paladar y acompañe la ligereza de la estación.
-
Un perfil aromático expresivo: Así como el paisaje florece, buscamos vinos que ofrezcan notas nítidas a flores, frutas frescas o hierbas.
-
Versatilidad: Vinos que se disfruten tanto por sí solos como en la mesa, acompañando los platos más frescos y coloridos del año.
Con esta brújula, te invitamos a explorar cuatro momentos emblemáticos de la primavera y el vino que los acompaña a la perfección.
El ritual de la tarde dorada: el brindis post-trabajo
La escena es un regalo: salís de la oficina y el sol aún está alto, tiñendo la ciudad de una luz dorada. Ese momento mágico, que en invierno es una carrera a casa, ahora es una invitación a descomprimir. La ocasión pide un vino que sea como una brisa fresca: elegante, revitalizante y que marque una pausa entre el deber y el placer.
-
Nuestra recomendación: Susana Balbo Signature Rosé. Este vino es la definición de un atardecer de primavera. Su pálido color y sus delicadas notas a frutos rojos y flores son el acompañante ideal. Servido bien frío, su acidez vibrante y su final mineral limpian el día y dan comienzo a una tarde perfecta.
La sobremesa infinita: el almuerzo de fin de semana
Llega el fin de semana y con él, el anhelado almuerzo al sol. Esas comidas que empiezan sin apuro, con un mantel largo bajo un árbol, y se extienden hasta que la luz se vuelve anaranjada. El vino para estos maratones de disfrute debe ser versátil y tener una energía que mantenga viva la conversación.
-
Nuestra recomendación: Crios Torrontés. Pocos vinos expresan la primavera con tanta nitidez. Sus intensos aromas a flores blancas, durazno y piel de cítricos son como un jardín que se despliega. Es un vino gastronómico y sociable, ideal para acompañar desde ensaladas y mariscos hasta platos con un toque especiado. Su frescura invita a una copa más y a que la sobremesa no termine nunca.
La primera noche cálida: la bienvenida al tinto de primavera
Llega esa noche esperada. La primera en la que se puede cenar afuera sin abrigo, cuando el aire todavía tiene un frescor que eriza la piel, pero ya no hiela. Ese momento pide un tinto, pero no uno denso y pesado, sino uno que dialogue con la levedad de la noche: un vino con fruta, nervio y textura.
-
Nuestra recomendación: Benmarco Sin Límites Gualtallary Malbec. Este no es un Malbec invernal. Nacido en los suelos calcáreos de Gualtallary, es un tinto de gran frescura, con notas a violetas y fruta negra nítida. Su textura es fluida y su carácter mineral lo vuelve un vino vibrante, ideal para acompañar carnes grilladas o pastas en una noche de primavera.
El instante suspendido: la contemplación del atardecer
Cuando el sol empieza a bajar, el ritmo decae y el cielo se tiñe de violetas y rosas. Es un momento de calma, casi cinematográfico, que invita a la contemplación. Ese instante de belleza merece un vino con una complejidad silenciosa, que acompañe la introspección o una charla profunda.
-
Nuestra recomendación: Susana Balbo Signature White Blend. Este no es un simple vino blanco; es un blend de altura, elegante y con múltiples capas. Sus notas a pera, durazno blanco y un dejo mineral se revelan lentamente. Tiene el cuerpo y la estructura para ser el protagonista de un momento, sin necesidad de comida. Es el brindis perfecto para celebrar la belleza de un día bien vivido.
La primavera es una sucesión de instantes únicos, de nuevas luces y de sensaciones que esperábamos todo el año. Y un gran vino es, quizás, la forma más hermosa de atesorarlos. Te invitamos a descubrir cuál de ellos será el protagonista de tus próximos momentos.